Escrito por: Lic. Tania Arzate G.
En la vida del ser humano, la comunicación es la base de toda relación, en este caso en particular quiero enfocarme a la comunicación entre padres e hijos, con la finalidad de usar nuevas habilidades para cambiar la forma de tratar y comprender los sentimientos de nuestros hijos en cada etapa de su vida.
Es muy importante conocernos y conocer a nuestros hijos por igual, para llevarlo a cabo tendrás que analizarte como persona ¿Cómo eres? ¿Qué te molesta? ¿Qué te gusta? ¿Qué tienes en común con tus hijos? ¿Qué diferencias tienen?, realiza las mismas preguntas para tus hijos y obsérvalos. Entre más los conozcas, mayor comunicación existirá y mejorara su relación.
Cabe mencionar que, al realizar nuevas actividades o nuevos métodos para realizar cambios en tu vida diaria, requiere de la disciplina para practicar dichas habilidades. Puedes comenzar llevando un registro de los resultados obtenidos por cada hijo, pues cada uno es un ser independiente y tiene habilidades y gustos diferentes.
Cuando aceptamos a nuestros hijos como seres independientes comenzamos a visualizar que ellos tienen sentimientos propios y diferentes a los de nosotros.
Estas son algunas de las frases que solemos decir a nuestros hijos cuando no aceptamos sus sentimientos:
“No tienes por qué llorar”.
“No puedes estar cansada, te acabas de despertar”.
“No has comido suficiente”.
Cuando negamos constantemente los sentimientos de nuestros hijos, los podemos confundir y en algunas ocasiones enfurecer, porque no se sienten comprendidos y de esta manera hacemos que no confíen en ellos y como consecuencia su autoestima baja. ¿Tú lo has hecho?
Analízate y escúchate cuando tengas una conversación con tus hijos. ¿Cuántas veces se han iniciado conversaciones que terminan en discusiones?
Te voy a mencionar unos ejemplos con los que probablemente te puedas identificar como padre de familia:
Ejemplo 1:
Mamá: Hijo hace frío, ponte un suéter.
Hijo: Pero, ¡Tengo calor!
Mamá: Te dije que te pusieras el suéter, ¡Hace frío!
Ejemplo 2:
Hijo: Ya no quiero comer más, ya estoy bien.
Mamá: ¡Te serví poco!
Hijo: Pero ya estoy satisfecho.
Mamá: ¡Dije que te terminaras todo!
Como padres de familia debemos empezar a escuchar y dejar de suponer lo que quieren o sienten nuestros hijos.
¿Qué te parece si para poder entender a tus hijos haces empatía con ellos? ¿Cómo te sentirías? ¿Qué harías? ¿Qué pensarías?
Ahora vamos a poner un ejemplo enfocado a los padres de familia:
Cuando tenemos un mal día en el trabajo y nos desahogamos con un amigo o nuestra pareja, la mayoría de las veces estos suelen reaccionar de las siguientes formas:
Primero, haciendo preguntas que te ponen a la defensiva como:
¿Por qué no te organizas mejor? ¿Por no pediste ayuda? ¿Por qué no hablaste con él o ella? Etc. Las personas que supuestamente te están escuchando, también te quieren dar un consejo o simplemente algunos quieren ser compasivos, pero en realidad cuando nos sentimos molestos es todo lo contrario, no queremos escuchar nada de eso, porque eso nos hace sentir peor, nos bloqueamos, ya no queremos hablar sobre lo que nos molesta y nos quedamos con todos los sentimientos negativos. Por el contrario, cuando alguien me escucha, reconoce mis sentimientos y me da la oportunidad de seguir hablando de lo que me molesta, entonces comienzo a relajarme y puedo ser capaz de enfrentar mi problema y a mis sentimientos y por consiguiente mi perspectiva cambia.
Esto no se trata de decir quien está bien o mal, se trata de comprender, aceptar y respetar los sentimientos de forma individual, esto generara una convivencia más sana entre padres e hijos. Tu hijo aprenderá a expresar sus sentimientos y esto lo hará emocionalmente seguro.
La forma ideal de mejorar la comunicación con nuestros hijos.
Existen 4 métodos:
Escucha con atención: Deja lo que estás haciendo para verlo directamente a los ojos y escúchalo, a veces un silencio comprensivo es lo que necesita. En ocasiones estamos viendo el televisor o con el celular y queremos escuchar sin dejar de hacer nuestras actividades, con esto hacemos que nuestros hijos no se sientan escuchados y que piensen que no le damos importancia a lo que nos quieren decir.
Responde con palabras como “oh…mmm…ya veo”. Expresiones como estas y una actitud compresiva invitan a explorar sus propios pensamientos y sentimientos y es muy probable que encuentre sus propias soluciones. Como padres tendemos a interrumpir la conversación de nuestros hijos haciendo preguntas, por ejemplo: ¿porque lo hiciste? ¿Porque no le comentaste a tu maestra?, etc. Estas preguntas cambian el rumbo de la conversación perdiendo por completo la empatía y el acercamiento de tu hijo. Evitemos hacer preguntas y escuchemos todo lo que nos quieran decir.
Ponle nombre al sentimiento: cuando provocamos que un niño rechace sus sentimientos negativos lo que hacemos es alterarlo, pues como padres tenemos miedo de nombrar el sentimiento que experimentan, pero al contrario, ellos al escuchar el sentimiento que están experimentando se sienten consolados y tranquilos, pues sabe que alguien lo entiende y lo escucha. Hay sentimientos que queremos evitar que nuestros hijos experimenten como la tristeza, la decepción, la frustración, etc. Son sentimientos que ellos quizás cuando lo experimentan no lo conocen, no saben lo que es y por ende no saben cómo reaccionar, por eso es muy importante ponernos en sus zapatos y entender por lo que pasan para explicarlo y así ellos mismos lo asimilen y lo superen.
Conceder deseos con la imaginación: cuando los niños quieren algo que en ese momento no les podemos dar, generalmente les damos explicaciones lógicas; sin embargo, entre más explicamos mayor es su berrinche, pero cuando alguien comprende lo mucho que el niño quiere algo, hace que la realidad le sea más fácil de soportar. Recuerda, debes ser breve, cálido y sincero.
Lo más importante es tener una actitud compasiva, de otra manera, el niño la percibirá como engaño o manipulación. Esto es más común de lo que parece, ¿Cuantas veces te han pedido un juguete y no cuentas con el capital para comprarlo en ese momento? ó ¿Cuantas veces te ha pedido que lo dejes en casa de su amigo y no es posible en ese momento? ¿Bastantes no? Pero, ¿Qué pasaría si “jugamos” con él? Diciéndole algo que tú quieres pero que no puedes tener; por ejemplo, a mí me encantaría una muñeca que pueda hablar, caminar, vestirse sola y que estuviera de mi tamaño, en ese momento creas una reacción de asombro con tu hijo, porque se da cuenta de que entiendes que él quiere algo y que a su vez, tú también te mueres por otro juguete, es como magia! El berrinche desaparece y se genera una conversación sobre sus deseos.
Se requiere mucha práctica, concentración y observación para ver más allá de las palabras y así poder identificar el sentimiento por el que están pasando nuestros hijos. Así como, también es muy importante enseñarles a identificar sus sentimientos para que ellos puedan ayudarse a sí mismos.
Nosotras como mamás practicamos estos métodos y nos ha funcionado increíblemente, te invito a que practiques una semana estos métodos y nos cuentes como te fue y como ha cambiado la comunicación entre tus hijos y tú.
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