Sanando tu niño interior

Escrito por: Lic. Yessica Arzate G.

¿Cómo sanar al niño interior?

El niño interior como entidad física no existe, no podemos dividirnos y hallar en algún punto de nuestro cuerpo un niño interior, es decir que se trata de un concepto que reúne las cualidades de nuestra esencia o ser interior.

Hablar del niño interior se refiere a nuestra esencia o ser interior, esto es; en nuestros primeros siete años de vida la conexión sentimental que tenemos con nuestros padres es fundamental para que nuestro YO adulto crezca sano emocionalmente hablando. Cuando nuestros padres son amorosos, comprensivos, libres al educarnos, nuestro YO adulto crece sin prejuicios, libre, seguro y dedicado a buscar la felicidad. De lo contrario cuando tenemos padres que afectan nuestra infancia, el Yo adulto crece lastimado, herido, inseguro, vulnerable y frágil.

Desde el fondo de nuestra fragilidad o vulnerabilidad de niños pudimos sentirnos sin recursos, sin apoyo y heridos; muchas de esas heridas que no han sanado continúan acompañándonos ahora de adultos. Algunas de estas heridas parecen estar muy a flor de piel y nos hacen reaccionar de forma compulsiva, desmedida o incomprensible, cuando esto sucede no es más que el niño expresando su herida a través del YO adulto.

Por lo tanto cuidar al niño interior es de vital importancia para la mejora emocional y para mantener una sana autoestima. Casi todos en la infancia hemos tenido heridas emocionales y si no las solucionamos en su momento, el niño interior estará dañado por siempre. Ahora como seres conscientes podemos intentar comprender lo que le pasa para sanarlo.

Cuando sientas una emoción negativa, pregúntate por qué te sientes así y trata de comprenderte y de buscar en lo mas profundo de tu ser cual es la razón, una vez que la encuentres perdona, suelta y sana.

Cualquier trabajo de desarrollo o crecimiento personal que empecemos se dirige hacia un mismo fin: amarnos, soltar el pasado y aceptarnos incondicionalmente.

El primer paso para sanar el niño herido es reconocer, encontrar esa parte en nosotros para después darle protección desde nuestro YO ADULTO y ayudar a sanar a nuestro niño interior.

Realiza el siguiente ejercicio, recuerda ¿Cómo eras a la edad de 8 años? Trata de captar todos los detalles posibles, cuantos mas detalles instales en tú imaginación mejor sera el efecto del ejercicio y los resultados serán mas favorables. Te recomiendo que hagas este ejercicio cuando estés relajado, sin interrupciones y con música relajante.

Aquí te pongo mi ejemplo:

Subí lentamente las escaleras... Nerviosa, ansiosa por verte, lentamente abro la puerta y te veo sentada en el piso con tu cabello negro, largo despeinado abrazando a tu muñeca preferida, temerosa, herida y sensible. Con todos los sentimientos desbordados lloro y corro abrazarte, era el momento; tú y yo frente a frente me proyecto en tus ojos color café obscuro brillantes llenos de luz, de ilusiones y de sueños, te abrazo tan fuerte y te lleno de besos y caricias. Descubrimos, entendimos nuestra tristeza, nuestra inseguridad, nuestro miedo... Perdonamos y dejamos ir el pasado. Ahora te puedo decir todo lo que siempre quise decirte: "Estoy orgullosa de ti, eres hermosa por dentro y por fuera, nadie mas te volverá hacer daño, nunca mas estarás sola, YO te voy a cuidar, a proteger, te voy a llenar de amor, de confianza, de seguridad, cumpliré todos y cada uno de tus sueños e ilusiones". 

Salimos de la habitación para hacer juntas lo que nos encantaba o nos hubiera gustado hacer a tu edad de 8 años, caminar juntas en la playa, sintiendo la brisa del mar, corriendo nos mojamos, reímos, brincamos, hablamos; de pronto estamos caminando sobre piedras lizas y suaves que se encuentran en un río, el clima es templado, en el ambiente hay un aroma fresco de bosque, el agua de río es cálida y en nuestros pies se siente confortable, los rayos del sol entran en nuestro cuerpo acariciándonos y llenando nuestro cuerpo de calor, de amor y de ilusión. 

Fue el día mas maravilloso de mi vida encontrarme contigo, sanar y soltar el pasado, ahora nos reímos y confiadas, tranquilas y seguras hablamos del pasado: "Hemos Sanado". "Siento una inmensa tranquilidad y un inmenso amor mi".

Cuando ya tu niño interior se sienta tranquilo, motivado y alegre, vuelve a la habitación. Déjalo allí a salvo y despídete de él, diciéndole que cada vez que lo necesites irás a ayudarle, a darle amor, seguridad y confianza.

Si has llevado a cabo el ejercicio, ¡Felicidades! Has puesto en marcha tu imaginación y te darás cuenta de que tus partes más inseguras, crueles y temerosas provienen de tu niño interior. Trata de cuidarlo, quererlo, aceptarlo y notarás una mejoría emocional; así mismo tu autoestima quedará reforzada.
Haz este ejercicio adaptándolo a ti cada vez que lo consideres necesario.

¡Suelta, sana y haz lo que te haga feliz!

Antes de juzgar recuerda que las personas que te lastimaron en el pasado, es porque tienen su niño interior herido.